Esta Navidad no fomentes una actitud consumista en tus hijos

 




Uno de los mejores recuerdos de la infancia era el árbol navideño lleno de regalos que la familia abría con emoción en la noche del 24 de diciembre y que sin duda es una de las partes favoritas de la celebración para los niños.

¿A qué niño no le encanta recibir regalos? Y lo cierto es que muchas veces los padres no escatimamos en cumplirles todos sus antojos, aunque eso implique una importante inversión de tiempo y dinero, a menudo como resultado de tener una mejor situación que en sus propias infancias y un deseo de complacer a sus hijos.

Pero ¿Sabías que llenar a los niños de regalos no es compensarlos por lo que la vida no nos dio sino que les podemos provocar un daño? 

Incluso hay un síndrome tipificado e identificado que se llama el síndrome del niño hiperregalado y significa justo eso, que un niño recibió demasiados regalos.

Seguramente te estarás preguntando que daños provoca este tipo de síndrome, bueno, puede generar actitudes consumistas, exigentes, tiránicas, de insatisfacción y que los niños sean incapaces de valorar lo que tienen.

Muchos padres regalan tanto para compensarles a los niños el tiempo que no les pueden dar, pero esto resulta en niños con cientos de juguetes y nadie con quien jugar.

Llenar a los niños de juguetes no es colmarlos de alegría, sino provocarles frustración y un profundo vacío que no les permitirá a los niños regular sus emociones de forma correcta.

Otra consecuencia de dar regalos de más a los niños es una menor creatividad. Los niños que reciben menos juguetes desarrollan más su imaginación, mientras que los niños hiperregalados tienen la fantasía anestesiada.

También, el exceso de regalos puede resultar en una baja capacidad de esfuerzo ¿Porqué querrían los niños trabajar para obtener cosas si todo lo reciben? De esta manera pueden empezar a fallar en sus calificaciones y en el futuro no sabrán ganarse las cosas.

Si a un niño se le llena de regalos, no valorará la importancia de sus vínculos afectivos. ¿Qué es lo que el niño va a disfrutar de ver a sus abuelos? ¿Verlos a ellos o a los regalos que esperan recibir?

La inmediatez por recibir las cosas también provocará que tus hijos se vuelvan impacientes y huraños.

Así que ya lo sabes, en vez de comprar todo lo que puedas, mejor invierte tiempo para compartirlo con ellos y para desarrollar relaciones significativas con ellos.

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